Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle. Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano atrofiada: «Levántate y ponte ahí en medio». Él, levantándose, se puso allí. Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla». Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo, y quedó restablecida su mano. Ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.
«Taizé instrumental I» © Autorización de Atheliers et Press de Taizé